El contacto diario con la naturaleza por largos períodos de tiempo, le brindan al niño la alegría y satisfacción de sentirse en libre movimiento, de recibir los rayos del sol, percibir el viento en su rostro, poder observar si el día estará soleado o lluvioso, observar como los frutos de un árbol van creciendo y tener paciencia para cosecharlos en su momento indicado.​En contacto con la naturaleza los niños fortalecen su imaginación y capacidad de experimentar, las habilidades motoras mejoran, se fortalece la agilidad, el equilibrio, al igual que su sistema inmunológico.​Los niños se conectan con la naturaleza y la valoran, comenzando así una vida de respeto y cuidado del medio ambiente.​En Espiral pasamos gran parte de nuestro día en contacto con la naturaleza, hacemos caminatas que invitan a la observación, al respeto por los árboles y plantas, que todos los días cambian, y con los niños tenemos el tiempo para observarlo. ​En el juego libre exterior, la naturaleza es su primer y mejor amigo, trepando a un árbol y pasando largos momentos sentados en una rama conversando con los otros amigos, o intentando por varias semanas subir al árbol hasta que lo logran con perseverancia. Jugar con la tierra, escarbar y encontrar gusanos, lombrices, tirarse sobre el césped a observar las nubes, son momentos que le permiten a los niños el encuentro con la naturaleza que alimenta su cuerpo físico y espiritual.​Disfrutar de la naturaleza es el comienzo de una consciencia ambiental para el  respeto y cuidado de la madre tierra.

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